martes, 26 de octubre de 2010

Walter Bulacio, la aventura de ir a ver a los Redondos y el gatillo fácil

Si vos fuiste joven en los 90 sabrás bien de que te estoy hablando, pero sino te contaré un poco.

Hubo un tiempo en el que los jóvenes argentinos se sentían desesperanzados, maltratados, discriminados, criminalizados y sobre todo expulsados de la sociedad. El sistema neoliberal impuesto por la Dictadura a partir de 1976 que fue "perfeccionado" por el gobierno de Menem en los 90, generó millones y millones de jóvenes que no trabajaban, ni estudian, que no tenían ninguna esperanza de un futuro mejor y que estaban siendo expulsados sistemáticamente de la sociedad.

Esos jóvenes además eran perseguidos por policías que tenían zona liberada por los políticos para detener, torturar y asesinar a sangre fría. En este campo la policía bonaerense de Eduardo Duhalde sin dudas se llevaba todos los premios.

Esos jóvenes comenzaron a buscar sus propios ámbitos de pertenencia, lugares en donde se sentían cómodos y en donde podían sentirse libres. Las canchas de fútbol, las esquinas de los barrios y los recitales de rock eran casi los únicos lugares en donde podían expresarse. Sin embargo como no podían escapar del sistema que los perseguía, esos lugares eran los preferidos por los policías para llevar adelante las más brutales represiones.

Y si los recitales de rock, la esquina del barrio y las canchas de fútbol eran los únicos lugares propios de los jóvenes, hubo un fenómeno que agrupo todos esos ámbitos hasta convertirse en una de las marcas propias de los jóvenes argentinos en los 90, los recitales de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota.

Sin dudas el fenómeno de los Redondos excede con mucho las humildes opiniones que se vierten en este blog y ha sido caso de estudio de los más destacados sociólogos, psicológos y cientistas sociales. No obstante vale contar que los recitales de los Redondos eran multitudinarios, que parecían convocar a todos los marginales que el sistema neoliberal creaba día a día y que era el lugar preferido por la policía para repartir palos, balas de goma y por supuesto de plomo.

Walter Bulacio, asesinado en una comisaría después de un recital de la banda en Obras, quizás sea el mayor símbolo de esto que les he estado contando y por eso quisiera dejarle este homenaje.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Fui joven en tiempos de Menem, Duhalde, De la Rúa y sobreviví en el intento

Estos últimos días estuve leyendo un par de libros que me trajeron muchos recuerdos de mi adolescencia y juventud y me dieron ganas de compartir algunos de aquellos recuerdos en este blog con la simple intención de que algún día alguien se tope con esta publicación y le sirva como un humilde testimonio de quienes tuvieron que sufrir aquellos tiempos de desempleo, represión policial, flexibilización laboral, saqueos, corralitos y total rechazo a los políticos.

Los libros que menciono son La Bonaerense I y II de Ricardo Ragendorfer y Carlos Dutil, Armas: Hombres del Gobierno de Daniel Santoro, El Regreso del Otro de Hernán López Echagüe y El Jefe de Gabriela Cerrutti. Todos fundamentales para quienes quieran entender mejor aquellos años de corrupción extrema en todos los niveles dirigenciales del país y sobre todo lo difícil que era para los adolescentes y jóvenes, crecer en ese mundo de desocupación, pobreza y policía asesina.

En este primer post, les dejo un recuerdo de los acontecimientos de diciembre de 2001 que derivaron en la renuncia de De la Rúa, dejando tras de sí una treintena de muertos y millones de argentinos sumidos en la más indignante pobreza.